El Gobierno de Sánchez marea la
perdiz en búsqueda del mejor momento para dejar de rendir homenaje y tributo a
un militar rebelde que se levantó en armas contra la legalidad vigente.
Un tipo que se dedicó a fusilar
gente y a dejarla tirada en cualquier lado, preferentemente en las cunetas,
porque eran personas que deseaban librarse de los caciques.
Un individuo que - sin ningún
tipo de pudor - manifestaba públicamente sobrarle media España si no se
acomodaba a su ideario. Para corregir esa canallada el Gobierno del PSOE no
encuentra el momento oportuno.
La solución es sencilla: si el
monumento del Valle de los caídos pertenece a Patrimonio Nacional, corresponde
a Presidencia de Gobierno decidir acerca de su uso. Ni Cardenales, ni Obispos, ni un prior supeditado a una Orden
religiosa francesa. Ni por supuesto la Fundación Francisco Franco que hace
tiempo que debería estar ilegalizada.
Los restos del dictador se
entregan a sus familiares y que hagan con ellos lo que crean conveniente.
Esta medida tendría que acompañarse
de una reforma exprés del Código Penal para
contemplar como delito de terrorismo la exaltación del franquismo en cualquiera
de sus formas. Tampoco estaría de más acometer - ¡de una vez! - la reforma de
los Órganos Judiciales para limpiar el escalafón de adoctrinados eclesiásticos y
de militantes post franquistas.
Así se acabarían de una vez
esperpentos como la iniciativa de los desubicados militares nostálgicos que reivindican la figura castrense de un
traidor asesino y genocida.
También desaparecerían los “posados” fascistas del Borbón bisnieto
del dictador rodeado de cafres, y la ambigua flacidez que exhiben los
Tribunales de Justicia con las proclamas y comportamiento fascistas incitadoras del golpismo militar.
En lugar de acometer las medidas
reparadoras de una infame situación, Pedro “el Breve” se acomoda en el sofá de
la Moncloa y trata de ejercer de polifacético estadista. La conclusión es que
se convierte en un polimorfo adocenado.
Una vez instalado en la poltrona
de mando, voces al oído le dictan que es mejor no remover determinados asuntos
del pasado para no enfurecer a poderosos y acaudalados enemigos.
Al igual que sus predecesores
socialistas en la Jefatura de Gobierno se adapta y amolda para no despertar la
ira del monstruo fascista que dormita bajo la apariencia de democracia. La
Iglesia a través del OPUS y el capital
con la banca como ariete siguen marcando la agenda del Gobierno.
Todo se desarrolla tal y como
estaba previsto o… ¿Alguien en sus cabales espera otra cosa del “Resucitado”?
En estos tiempos es cuando se
empieza a entender las exigencias públicas que Pablo Iglesias presentó para
apoyar un Gobierno de Pedro Sánchez alternativo a Mariano Rajoy y su posterior impedimento
a investir el matrimonio Pedro-Albert.
Viendo las actuaciones del
Presidente Sánchez comienza a explicarse la negativa de Podemos a la formación
de un Gobierno PSOE-Ciudadanos que desalojara al debilitado Partido Popular.
Después la situación
político-social y los escándalos que acorralaban al PP demandaban destituir a
Mariano Rajoy de la Presidencia de Gobierno y fue entonces cuando la formación
morada y sus confluencias se vieron atrapadas en su propio sentido de Estado.
Colocaron el bien común por
encima de estrategias de partido a sabiendas del coste que para Unidas Podemos
iba a suponer el encumbramiento del líder socialista.
Con el simple hecho de sentarse
en la cabecera del Consejo de Ministros ha comenzado la remontada del PSOE.
Naturalmente se está produciendo
a costa de la formación política que le disputa los votos de la ideología de
progreso. Es otra regla aritmética sin fallo: PSOE sube, Unidas Podemos baja y
a la inversa.
¿Pensaban en Unidas Podemos en
otra posibilidad? Salvo caso de candidez extrema no creo. La inocencia tiene
poca cabida en política.
¿Ha sorprendido a los “podemitas”
la actuación de Sánchez? ¿Se sienten defraudados?
No es lógico pensar que haya sido
un imprevisto para Pablo Iglesias el comportamiento que está teniendo el líder
del socialismo. Conociendo las sucesivas
trayectorias del PSOE cuando gobierna seguramente esperaría un proceder de estas características.
Iglesias nunca se ha fiado de
Sánchez de ahí su primera intención de imponerle un Gobierno compartido. El
egoísmo y la cobarde respuesta de Sánchez dieron al traste con esa oportunidad.
En la última moción de censura,
en la triunfante, la izquierda parlamentaria se vio en la obligación de dar su
apoyo. A regañadientes aceptaron la imposición por sentido de la
responsabilidad.
Ahora bien, una vez abierto el
proceso de descomposición del Partido Popular asistiremos a la lucha por
espacios en los que no caben todos por mucho que amplíen el campo y trasladen
los límites de la derecha más allá de la frontera de VOX y formaciones por el
estilo.
Tres gallos tan esbeltos son
muchos para las dimensiones de un corral
tan exiguo.
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