¡Otro reprobado! Y van… varios,
más de los deseables ¿Consecuencias? Ninguna, como si oyeran llover, es más, el
responsable último de las tropelías de Montoro, dirá que hace un sol espléndido
en esta época del año para cuanto peor mejor su beneficio propio, el suyo mío o algo así.
La respuesta del ministro de
Hacienda ha sido la habitual en estos casos, manifiesta su intención de estar
ojo avizor para descubrir las debilidades de los reprobadores y al menor desliz
saltar sobre la pieza para defender su honor de la osadía de los denunciantes.
¡Como si le quedara honor!
La calidad del honor del ministro
ha quedado meridianamente clara una vez que
su Decreto Ley de amnistía fiscal ha sido calificado de arbitrario, injusto y
al margen del mandato Constitucional, esa es la cruda realidad. Los “porqués” que
argumentan desde el Gobierno para justificar tan deplorable medida son ganas de
marear.
Que el titular de hacienda no
parece muy respetuoso con la Carta Magna ya está constatado, ahora queda por
dilucidar si el despacho profesional que el ministro abrió con su hermano ha
sido beneficiario de alguna prebenda institucional. Esa sería la forma de
despejar cualquier atisbo de duda acerca de lo que le queda de honorabilidad.
Su caso no deja de ser uno más en
el espectáculo con el que cada día nos obsequia la comedia protagonizada por el señor “muy español y mucho español”. Al fin
y a la postre Rajoy es el responsable último de la inmundicia que nos rodea.
Montoro no es el único señalado, el ministro Soria tuvo que
dimitir por embaucar al Congreso y el fiscal anticorrupción por su situación
insostenible, incluso teniendo al Fiscal
General como valedor.
En realidad Moix no dejaba de ser
el último eslabón de una cadena que garantiza la inmunidad de las familias “de
toda la vida”. Ese y no otro es el motivo
que mueve a Nacho (Ignacio González) a advertir
a Rafa (Catalá) de la conveniencia de nombrar a un tío cojonudo que arregle el entuerto judicial ¡Caramba, si Rafa
el justiciero también ha sido reprobado! ¡Ah! y el fiscal Maza.
Claro que metidos en estos
vericuetos va a ser mejor no recordar que Rajoy quería imitar el comportamiento
del servil Presidente de Baleares o proclamaba la ejemplar ciudadanía del
delincuente Fabra. ¡Maldita memoria colectiva! Ahora le toca a Rafael Hernando
hacer de macarra y buscar algo de
Venezuela para contrarrestar.
Aunque bien mirado, corramos un
tupido velo y pelillos a la mar que en este país estamos acostumbrados a hacer
borrón y cuenta nueva o se dice ¿Borbón
y cuenta nueva?
Cuando en 1947 Franco promulgó la
ley para la sucesión a la Jefatura del Estado se auto-concedió la potestad de
elegir sucesor. El dictador se puso
manos a la obra en el cometido. Así trajo de Roma un tierno cachivache moldeable
en la observancia de los Principios Fundamentales del Movimiento.
En definitiva que la proclamación de una
República, los sufrimientos para defenderla de un rebelde y el calvario padecido durante 40 años de
dictadura sirvieron para acabar en el mismo sitio: La nobleza arriba y el
pueblo mendigando.
En la historia de España cada vez que se
vislumbra un rayo de luz que ayude al avance social se utiliza lo de Borbón y cuenta nueva.
En 1974, antes de su conversión para
hacernos el regalo de la Democracia – modélica transición mediante – “El
Campechano” asumió eventualmente la Jefatura de un Estado
dictatorial durante unos meses
en los que parecía que ¡Por fin! Franco nos iba a dejar en paz.
Cuando se hizo efectivo el relevo
y para asumir con todas las de la ley (de Franco) la Jefatura del Estado, Juan
Carlos I juró lealtad a montones de cosas, entre otras al Régimen que le había
regalado la corona saltándose los principios monárquicos por los que se rige la
institución. Juan de Borbón trinaba de ira contra el usurpador y contra su
vástago traidor. Franco y su hijo le consolaron adecuadamente con un Condado y una buena pensión.
Aquellos barros de componendas traen
estos lodos de corruptelas, de esta forma se justifica que permanezcan en el
Gobierno unos ministros reprobados. ¿No reside la Soberanía Nacional en el
pueblo español? ¿No es el Congreso de los Diputados la representación de esa Soberanía
Nacional? ¿No juran o prometen los altos cargos de la administración –
ministros incluidos – acatamiento a la Constitución?
Si eso es así ¿Por qué se tolera que un
ministro desprecie la Constitución? ¿Por
qué motivo el pueblo español soporta que le gobierne un partido imputado como
organización para delinquir? ¿Qué motivos impulsan a las nuevas camadas del Partido de la gaviota
a defender con tanto ardor el legado de un genocida como Franco?
En un
país de verdad sería delito la defensa pública
de los miembros de Gobiernos de Franco. En un país serio estaría penada
la apología del golpismo. En un país con derechos humanos se castigaría por
disculpar a cualquiera de los ministros de gobiernos genocidas. La revisión de la
historia condenará a personalidades como Fraga Iribarne, Utrera Molina o Martin
Villa por colaboracionistas.
Es notorio que algunas “decentes” fortunas
actuales están manchadas de sangre de muchos inocentes. Si se hiciera una investigación a
fondo de los procesos judiciales de la dictadura en muchos casos se revertirían propiedades a sus legítimos
dueños y la Iglesia Católica española perdería innumerables inmuebles producto
del inmenso expolio que ha llevado a
cabo amparada por el dictador.
En fin un caos para “la gente de bien”, mejor nos
regalaron una ley de punto final y aquí no ha pasado nada. Borbón y cuenta nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario