No
importan los caminos que se recorren para llegar a un destino, lo único
relevante es alcanzar el objetivo. Sin escrúpulos, sin ningún pudor. Una vez
establecidos los fines, carecen de importancia las tretas y artimañas que se
usan para llevarlos a cabo.
Con
motivo del fallecimiento de la senadora Rita Barberá hemos asistido estos días
a una buena dosis de maniqueísmo enfermizo, ha sido una sucesión de
declaraciones en las que la muerte de la
finada ha perdido buena parte de protagonismo con la finalidad de dar paso a la batalla política. Como todo vale, se están
desempolvando los dardos envenenados para utilizarlos contra los rivales.
En
esta ocasión no se les llama ni bolivarianos
ni castristas, ahora encuentran la ocasión de afear su conducta apelando a la
muerte de una persona y utilizando el óbito como detergente para tratar de blanquear
el comportamiento político de la senadora.
Para adormecer las conciencias inventaron un
sentido homenaje de las Cámaras del Congreso - Diputados y el Senado - guardando un minuto de silencio en tributo a
la figura de la fallecida. Puestos en pie se colocaron la máscara de
compungidos y naturalmente afearon las discrepancias con el acto. A los díscolos les atribuyeron conductas
impropias de un cargo público y por supuesto las tildaron de bajeza moral. Ahora ya lo sabemos ¡La muerte
lo limpia todo!
Lamentablemente
para los hipócritas existen las hemerotecas, las grabaciones de mensajes y
discursos previos al fallecimiento. Se quejan sus compañeros de Partido de las
circunstancias en las que ha perecido Doña Rita: abandonada por los suyos,
fuera del partido, expulsada al Grupo Mixto del senado e imputada
Judicialmente. Olvidan que la situación viene provocada por varios factores: el
cerco judicial, las exigencias del partido de Albert Rivera, pero sobre todo
por la corrupción sistémica que asola a los Populares.
De
nada de esto tienen responsabilidad los discrepantes con las medidas de
homenaje llevadas a cabo. Es más, deberían los ínclitos descalificadores - Hernando,
González Pons, Villalobos y ¡Cómo no! Aznar - analizar el proceder que tuvieron
antes del deceso cuando abominaron de su compañera para complacer a Ciudadanos.
Alojada
en un hotel de la capital cercano al Congreso disfrutaba de un alojamiento nada
incómodo, el cual se podía permitir gracias al generoso salario que le
pagábamos entre todos por dormitar plácidamente en su escaño las pocas veces que
acudía. Para estar acompañada podría haberse quedado en Valencia rodeada de su
familia. Si estaba en esos momentos en Madrid era por su obligación de comparecer ante el Tribunal
Supremo.
Acabamos
de nombrar el motivo por el que la repudió el Partido Popular: la imputación de
delitos. Es curiosa la sinfonía de reproches que están vertiendo los dirigentes
del PP hacia los medios de comunicación y hacia otras formaciones políticas
acusándoles de ser los causantes de la situación anímica y moral de la
senadora, ya no recuerdan cuando la invitaban amablemente a abandonar la
militancia para después reclamar la renuncia a su escaño. Escaño que por otra parte no fue de elección
sino de designación y quien la nombró para el puesto fue el Partido Popular.
Ítem más, al producirse la disolución de las cámaras la blindaron situándola en
la Comisión Permanente con la finalidad de mantener su aforamiento (o tal vez
garantizar su silencio) ante la actuación de los tribunales.
Ahora
no pierden oportunidad de loar a la fallecida, peregrinan de micrófono en
micrófono soltando exabruptos condenatorios, metiendo en el saco a cualquiera
que haya criticado la trayectoria política de la ex alcaldesa.
El
portavoz del PP en el Congreso acusa una alarmante fragilidad de memoria,
aunque si tenemos en cuenta su condición de voz autorizada para expresar el
sentir de su grupo, deducimos que previamente han colegiado los comunicados con
sus jefes y compañeros de formación. Ergo las palabras de Rafael Hernando
denotaban el sentir colectivo.
El vocero
del PP con ese rictus de estreñimiento permanente que le acompaña habla de la
presunción de inocencia, de la cacería a la que Barberá fue sometida, de la
bajeza moral de aquellos que no se
sumaron al homenaje de… habla cualquier cosa con tal de ocultar los verdaderos
motivos que se esconden tras el actual panegírico.
Dicen
las malas lenguas que Conde Pumpido ya había informado a la cúpula del PP del
posible sobreseimiento de la causa por la que estaba siendo imputada por el
Supremo. El fallecimiento de doña Rita deja sin sentido una probable sentencia absolutoria
del Tribunal. Ahora los compañeros imputados en las mismas causas han perdido
el paraguas que la jurisprudencia podría
aplicar en sus casos, ya no les queda otra alternativa que intentar armar la
defensa con otros argumentos.
¿Qué
argumentos serán? Pues variados como una buena macedonia y por supuesto sin descartar que acudan a un testimonio
incontestable: La culpa será de la ausente fallecida y a partir de esa
declaración el “contrito estreñido” nos
obsequiará con otro giro pendular de su infame verborrea.
¿Y qué
dice Ciudadanos? A la sazón verdadero artífice de la expulsión de Rita del
grupo del PP en el Senado. Pues permanece callado y sumiso esperando
acontecimientos.
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