El
pasado miércoles 2 de marzo tuvo lugar una concentración de mujeres a la puerta
de la Delegación del Gobierno en Aragón cuya finalidad era mostrar su apoyo a
asociaciones y plataformas cívicas que iban a presentar un escrito solicitando
el cese del Delegado.
La
concentración reunió aproximadamente a 20 personas, mayoritariamente mujeres,
mujeres involucradas en la lucha social,
implicadas en la idea del
reconocimiento de la igualdad REAL de derechos de los seres humanos, dejemos de
seleccionar en función de los atributos sexuales.
Sucede
que para alcanzar el reconocimiento es imprescindible desterrar de la comunidad
determinados comportamientos. Por ese único motivo y no por otro es necesario
el activismo de las mujeres en defensa de sus derechos.
Para
protegerse de tan “peligrosa” presencia humana se llevó a cabo un
despliegue policial tan desmesurado que
recordaba las protestas ante el mismo edificio cuando era sede del Gobierno
Civil.
La
corrupción política tiene muchas caras y no todas van relacionadas con meter la
mano en la caja. Hacer un uso torticero de los medios públicos, conculcar y desproteger
los derechos ciudadanos, utilizar los servicios de todos para el bienestar de
unos pocos son otras caras que se parecen mucho a las corruptelas.
Tras
la reprobación aprobada en el pleno del Ayuntamiento de Zaragoza la reacción de
Gustavo Alcalde ha sido la esperada en personajes de su ideario; para él son considerados
peligrosos radicales aquellos que desaprueban su gestión y como tales se ceban
en su buenísima persona.
Mención
aparte merecen los seguidores del interfecto, estos se olvidan de las víctimas
o las culpabilizan por no saber elegir adecuadamente sus compañías. Cargan
sobre los hombros de las agredidas la responsabilidad de sus muertes. Aplican
la misma cantinela que el nefasto servidor público arguyendo tonterías
encadenadas cuando - ¡hasta el Ministro del Interior en funciones! - ha
admitido errores en el caso del asesinato de Soraya. Ellos no, ellos se mantienen impasibles y
hacen aparecer a la asesinada culpable de su propio óbito.
Los
defensores atribuyen al pobre Delegado la
mejor voluntad, quizás sea cierto y tenga buena voluntad, lo que es seguro es
que carece de preparación y diligencia para desempañar el puesto que le han
regalado. Hace falta ser algo más que bueno y pío para ocupar cargos de
responsabilidad.
No
es necesario traer a colación algo tan
grave como un caso de asesinato, cotidianamente se suceden agresiones en nuestro
singular país. Individuos catalogados de conducta intachable agreden a diario a
mujeres, sin distinción de edad ni condición social. Hombres cuya falta de
escrúpulos les induce a pensar en las mujeres como si fueran un objeto para su
alivio, acusándolas de provocadoras y
merecedoras de la agresión por llevar minifalda o pantalones ceñidos.
Estos
hechos aberrantes son los que animan a otros descerebrados a pensar que la
mujer es un ser creado para su gusto y disfrute. Ítem más cuando al salir a la luz surgen voces atribuyendo
a la conducta de las victimas las causas que originan las agresiones.
A
los agresores y a los que eximen de responsabilidad a las autoridades les
importa un pepino la voluntad de la violentada, encuentran infinidad de excusas
para justificar tan deleznable comportamiento, ellos van a lo suyo: a tratar a
las mujeres como animales de compañía sin otra finalidad en el mundo que
agradar al macho dominante y a estar disponibles para satisfacer sus deseos.
¿Tiene
arreglo este problema desde las leyes? Hasta ahora los hechos dicen que no. Progresamos
muy lentamente, conocemos el número de mujeres asesinadas, sin embargo
desconocemos la cifra de asaltadas sexualmente porque en pocas ocasiones se
denuncia. No obstante la sola denuncia y el posterior castigo del agresor no resultan
ser medidas suficientes para solucionar el problema.
O se
toma conciencia firme de imponer tajantemente la obligación de trato
igualitario, utilizando en este cometido
todos los mecanismos sociales, o tenemos poco que rascar.
O de
una vez por todas se inicia un proceso de reconocimiento de los derechos de las
mujeres, en igualdad, sin discriminación, atendiendo únicamente a los derechos de
los seres humanos que están plenamente establecidos en el ordenamiento jurídico, o seguiremos sin avanzar.
El
tema es tan manido, tan sobado, qué produce urticaria. Por otra parte ¿Qué se
puede esperar de un país que consagra la hegemonía del machito sobre la niña en
la jefatura del Estado? Ahí tenemos admitida, por ley sucesoria, la madre de
todas las discriminaciones.
Si de
por sí ya es un anacronismo que exista una familia destinada a ser la máxima
autoridad, que en esa misma familia se siga consagrando la mayor capacidad del
hombre porque lleva de origen un atributo carnal entre las piernas, además de
ser escasamente constitucional es una absoluta vergüenza degradante para las
mujeres.
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