Si uno
lee, oye o ve las críticas que ha suscitado la ocurrencia del primer ministro griego, no cabe la menor
duda que Tsipras se ha comportado como un ultra/radical peligroso. El anuncio
de la convocatoria de un referéndum para consultar a su pueblo ha pillado
desprevenidos a los interlocutores europeos.
Las
negociaciones sobre la deuda han tomado un cariz inesperado. Acostumbrados como
están a dictar normas y leyes a puerta cerrada, los “amos” no acaban de
entender que se consulte a la población sobre asuntos que les van a afectar
directamente. Es una pequeña muestra de su idea sobre la democracia.
Algo
que debería resultar práctica habitual en países que se denominan democráticos
provoca estupor y sobresaltos varios debido a lo insólito de la acción.
Las
plumas y micrófonos están que echan humo. Se acercan a las tertulias y los
platós de las diferentes televisiones voces que el status quo denomina como
autorizadas: eminentes economistas, sociólogos, expertos politólogos y
veteranos analistas aparecen en las pantallas - o a través de las ondas radiofónicas
- para cuestionar la ocurrencia del griego.
Pocas,
poquitas voces discrepantes con el dogma imperante y los pocos disidentes son
acallados sistemáticamente de la forma más burda; con una táctica tan antigua
como obscena: impiden la exposición de sus argumentos con un cacareo constante,
de fondo se oye un ruido similar al croar de una charca de ranas. En definitiva
si no se oye lo que dicen los discordantes la desavenencia no existe. Fácil y revestido
con el adecuado baño de pluralidad informativa.
Cuando
la práctica habitual es la política de hechos consumados, pues cualquier otra
fórmula es fulminantemente desechada, los poseedores de la verdad absoluta
tildan de extravagancia que se consulte a la población. Para ellos es mucho más
democrático modificar la Constitución al calor de un cafelito, a puerta cerrada
y llegando a acuerdos exprés con nocturnidad y alevosía. La modificación del
135 es una prueba fehaciente de su integridad democrática.
Consideran
estos señores del “Todo lo sé” que la población no merece expresarse no vaya a
ser que tomen una dirección opuesta a los intereses de los patronos.
Atendiendo
a las hipótesis económicas la situación de Grecia es de difícil solución, si
usamos los parámetros de una economía neoliberal de mercado resulta de todo
punto imposible.
Con el
estallido de la crisis se alzaron algunas voces que propugnaban un cambio en las
formas de hacer política y de adecuar la economía a las exigencias del momento
¿Recuerdan? El propósito de enmienda duró un suspiro. Lo justo para descubrir
la orgía de beneficios que podía generar la nueva situación.
Los promotores
del endeudamiento descabellado no repararon en los riesgos de alimentar
sistemas de endeudamiento que eran insostenibles ¿Riesgos? Ahora sabemos el
motivo por el cual no se encendieron las alarmas ¡No existía riesgo! Solo negocio
y además seguro.
Se embarcaron
en operaciones crediticias de proporciones desmesuradas sin atender a los índices
de solvencia. No evaluaron los informes financieros maquillados, no exigieron
garantías, no estudiaron los vaivenes de mercado. Únicamente hicieron negocio. Los
gobiernos de los países “PIGS” eran recibidos como expertos gestores aun cuando
su gestión estuviera abocada a arruinar sus países ¡No importaba! El negocio
debía continuar.
Primero
se propaga el miedo al desastre que supondría la caída del sistema financiero,
a continuación se inyecta dinero público en el sistema enfermo, después ese dinero
llega a los países a través del sistema, los países abonan intereses por un dinero
que previamente han puesto ¡Colosal!
Pero
como son insaciables se dan cuenta que si los países (Grecia en este caso)
finiquitan la deuda se acabó el chollo. Entonces se inventan unas condiciones
leoninas para que los recursos del país solo den para el pago de los intereses,
o sea de sus beneficios, de esta forma tan simple el negocio es eterno. Eternamente se pagará un canon crediticio que asegurará sus ingresos. Acaban de conquistar un
país sin esas cosas tan molestas como las armas y los tiros. La guerra la han
ganado sin necesidad de tener que romper nada. Tan sólo han jodido la vida de
los griegos. A continuación los españoles, portugueses, italianos, irlandeses,…
¡ah! y que nadie olvide que los franceses y alemanes van detrás.
Sus cómplices
gubernativos y los secuaces bancarios se pasean por el mundo adoctrinando acerca
de las sublimes ventajas del sistema económico de libre mercado. Eso sí ¡De su
mercado!
Hace
falta ser descarado para preguntar a los griegos como quieren ser violados ¡Qué
desfachatez!
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