Una
de las coletillas favoritas de Felipe González en su periodo de presidente del
Gobierno era: “Se lo digo sin acritud señor Aznar”, a lo que el mencionado
contestaba con otra famosa exclamación que ha pasado a la historia de las
intervenciones parlamentarias; “Váyase señor González”.
Años
después, tras derrochar Felipe el mayor caudal político que nadie ha tenido
nunca en este asolado país, y con sus políticas
liberales José María sentar las bases de
la crisis que en la actualidad nos azota; los ex – presidentes lucen retiros como
consejeros de compañías energéticas, en
eso coinciden, es la forma de disfrutar de un “merecido” descanso en pago a su
torpeza y tropelías.
Los dos, de vez en cuando necesitan un pequeño baño de autoestima y
reaparecen en el teatrillo de las vanidades para soltarnos cualquier
soplapollez que les ha venido a la cabeza. Nos aconsejan a los ciudadanos sobre
el cariz dramático que tomará nuestra vida si nos inclinamos por tal o cual
deriva política alejada de sus intereses. Ya no tienen ideología, si alguna vez
la tuvieron la vendieron por un plato de lentejas al mercader que mejor pagó
sus inestimables servicios para convertirnos en un rebaño de gente dócil y
manejable.
Sus
sucesores aprendieron con presteza la lección. Zapatero castró las esperanzas
de los españoles con su verborrea de mediocre mal situado. Nunca supo que
pintaba en la Moncloa, sólo sabía que cuando hablaba el auditorio le aplaudía.
Lo que hiciera después de lo dicho carecía de importancia. De esta curiosa
forma pasó ocho años recordando que había retirado las tropas de Irak y alabando
la extraordinaria solvencia del sistema bancario español.
Rajoy
ni siquiera habla en directo, sólo en campaña electoral. En los monótonos días
de normalidad se oculta tras una pantalla de plasma y los profesionales de la
comunicación acuden ovejunamente a la NO rueda de prensa que les da una
máquina.
Siendo
apasionante el raro comportamiento de los ex - presidentes (esperemos que el Señor de los Hilillos pase
pronto a ese estado) la noticia actual es la aparición en escena de un
personaje que pudo ser presidente de Gobierno y no lo fue porque perdió las
primarias con Zapatero, pero José Luis le consoló con un Ministerio y con la
Presidencia del Congreso de los Diputados. Si, hablamos de Pepe Bono.
Ha
aparecido en las cadenas televisivas para promocionar su libro y no sabemos
para que mas, quizás,… ¿Para calmar su conciencia?
Oyéndole
hablar de lo que había que hacer y que él nunca hizo, asalta la duda de si se
habrá vuelto lúcido con la pérdida de puestos de poder, o por el contrario, una
vez liberado de la pesada carga que representa la labor política es capaz de
poner en solfa aquello que le mantuvo en el machito durante un porrón de años.
Aboga
el ex de bastantes de cargos por
modificar y adecuar la ley electoral
argumentando que ahora para estar en política es preciso llevarse bien
con quien confecciona las listas y ejecutar los deseos del jefe sin importar
las necesidades de los votantes. O sea exactamente igual que cuando él iba como
cabeza de lista para Castilla La Mancha.
Esa
y otras opiniones las soltó sin pestañear en el programa el Hormiguero, supongo
que las colocaría en mas actuaciones de su turné televisiva, pero no lo puedo
asegurar pues no lo he seguido en otras transmisiones; con una dosis de bonismo
voy suficientemente servido.
La
de Bono es una reflexión profunda y muy acertada pero ¿Por qué ahora?
En
sus múltiples desempeños políticos, entre ellos el de Presidente del Congreso,
nunca se le oyó decir que había que actualizar la ley electoral, que había que
acercar la política a la ciudadanía, que los partidos tenían un exceso de poder
en el sistema democrático, que la Constitución era susceptible de ser mejorada,
que el sistema judicial estaba anclado en el siglo XIX. Todo ello cierto pero lo
dice muy tarde.
Tal
vez y solo tal vez, no hizo esas propuestas cuando ocupaba el sillón de la
tercera autoridad del Estado porque estaba ocupado escuchando las sugerencias
del beato Jorge Fernández Díaz para poner una
plaquita en el Congreso en homenaje a Sor Maravillas.
O
Tal vez y solo tal vez, lo hace ahora porque el marketing tiene cosas que no
entendemos bien y para vender el libro es necesario decir lo contrario de lo
que se hace y piensa con intención de engañar. Al más puro estilo de charlatán comercial.
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