Probablemente tengamos en la actualidad el índice de
sinvergüenzas más alto que ha acreditado este
palurdo país que conocemos como España.
Prácticamente
ninguna Institución, emanada de la modélica Transición o heredada del régimen de los años de
extraordinaria placidez, queda al margen de las salpicaduras de la indecencia y
la obscenidad. Miremos hacia donde miremos nos topamos con un ministro
deslenguado, un alcalde montaraz, un político
desaprensivo, un juez prevaricador, un obispo pederasta, un
policía apaleador, un militar ultramontano, un sindicalista envilecido, un
empresario explotador, un banquero ladrón, un trabajador domesticado, un
funcionario servil, una élite subvencionada, una monarquía corrompida… en
fin un panorama como para celebrar las “entrañables fechas”.
No
es una sorpresa que Mariano “Ya tal” haga análisis económicos con fundamentos tan
alejados de la realidad que podría
hacerlos mejor un niño de dos años. Su cierre de la crisis ha sido épico. “El señor de los
Hilillos” ha decretado el final de los aprietos y ha dado carpetazo a las
desventuras. Lo dice Él. Crecemos a un ritmo y a una velocidad tal que es
probable que nos falte pista y acabemos
fuera de las estadísticas por no
poder controlar nuestro éxito. El mundo nos mira con envidia y admiración, el
milagro español ha dejado boquiabiertos a los sesudos analistas económicos
mundiales que no acaban de entender cómo es posible que hayamos remontado en
tan corto periodo de tiempo.
Albricias
y alborozos, ¡Lo hemos vuelto a hacer! Se han cumplido escrupulosamente los
vaticinios que auguraban que, con desalojar de la Moncloa a un inútil y hacer
las cosas “como dios manda”, el glorioso
pueblo español renacería de sus cenizas.
Ahora
las grandes cuentas nacionales vuelven a cuadrar, poca importancia tiene que
sea a costa de los individuos y de su maltrecha economía domestica. Los
derechos pisoteados y las conquistas sociales arrebatadas son daños
colaterales, en todas las guerras se producen efectos indeseables y esta no iba
a ser una excepción. Había que salvar a la banca y a los prohombres. Las
víctimas anónimas son la consecuencia
lógica de alcanzar un bien superior.
Aeropuertos
llenos de personas esperando el retorno de familiares que han salido buscando
una oportunidad es la reproducción real del anuncio de una marca de turrón que
vuelve a casa por Navidad. No es la necesidad lo que ha impulsado a la búsqueda
de nuevos horizontes, es la movilidad laboral con gratificantes experiencias lo
que ha movido a huir de la miseria a la generación mejor preparada de la
lamentable historia de esta broma de país que conocemos como España.
Si
no se nos ha caído la cara de vergüenza contemplando las fotos del consejo de
ministros es que no tenemos solución. Alrededor de la mesa encontramos una
fauna variopinta, casi todos ellos y
ellas pertenecientes a la especie OPUS Animalis, ese debe de ser el motivo por
el cual fían a la virgen del rocío y otras amiguitas del gremio los milagros de
la recuperación.
“Cautiva
y desarmada la crisis, las tropas nacionales han conquistado sus últimos
objetivos económicos. La depresión ha finalizado”.
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