Los
desmentidos se suceden a una velocidad que es directamente proporcional a los
datos que van apareciendo sobre las andanzas del “Pequeño” Nicolás.
Si salen
a la luz noticias sobre las colaboraciones que ha mantenido con el CNI, inmediatamente
aparece un comunicado negando cualquier tipo de relación entre la institución y
el joven.
Que
la noticia versa sobre su presencia en los actos de elevación a la jefatura del
Estado de Felipe VI al que su regio padre tildaba de “Preparado”, rápidamente
el gabinete de prensa de la Casa Real envía una nota refutando las
informaciones y negando cualquier vinculación con el interfecto.
Lo
mismo ocurre con el Ayuntamiento de Madrid y su alcaldesa; con el Gobierno de
la Comunidad Autónoma y su presidente, con el inefable presidente de los empresarios
madrileños, con la Secretaría de Estado de Comercio, hasta con el Real Madrid y
el inexpugnable Florentino. La negación es la coartada habitual.
Absolutamente
todos atribuyen a extrañas circunstancias y a malignos poderes que el joven se
colara en sus respectivos cubiles y aparezca profusamente fotografiado en
actos, convenciones y mamoneos varios.
Los
anuncios de demandas se multiplican como setas, los señalados, al igual que San
Pedro, niegan conocer al intruso. ¡Yo no! ¡Yo no! Gritan a los cuatro vientos.
Escuchando
las declaraciones de la Casa Real, parece ser que Francisco Nicolás acudió a la
coronación sin más acreditación que su cara de lelo y un morro que se lo pisa.
Si lo
que se dilucida son las labores desempeñadas en nombre del CNI, falta tiempo
para que desde el organismo del espionaje español salten las alarmas y tilden
de ensoñaciones y paparruchadas las declaraciones del joven.
Los
organismos de gobiernos de Madrid niegan conocerle a pesar de la inmensa cantidad de pruebas que existen acerca de la utilización que Francisco ha hecho de medios
de transporte, influencias, atribuciones, ascendencia y demás cositas de esas
que utilizan los “conseguidores”, cositas que el mentor oculto de Nicolás enseñó muy bien a su pupilo.
Supongo
y solo supongo, que los responsables de seguridad de los diferentes entes
implicados tendrán algo que decir. Si hacemos caso a los voceros oficiales
resulta más sencillo colarse en la recepción pos-coronación de Felipe VI que
entrar en la discoteca PACHA un viernes por la noche. Acceder a la sede del PP
y frecuentar despachos de ministros y secretarios de estado presenta menos dificultad que
entrar en un centro comercial en campaña de rebajas.
Aunque
en estos momentos no nos merezcan mucho respeto las instituciones de este
flácido país, siempre nos quedaba la esperanza de tener algún agarradero al que
asirnos en períodos de zozobra. De la lista de posibles asideros deberemos
descartar al CNEI (Centro Nacional de Escasa Inteligencia) aun cuando
únicamente sea verdad el 10% de lo que el niño cuenta, la catalogación en la
que ha quedado el centro director del espionaje español ha quedado muy por
debajo de la TIA de Mortadelo y Filemón. Y ¿qué decir del Servicio de Seguridad
de la Casa Real? Deberían recomponer su protocolo de acreditaciones con urgencia.
Nadie sabe como entró, quien le invitó, o a quien acompañaba. No lo saben o si
lo saben no lo quieren decir, es impensable tanto despropósito incluso para un
país como el nuestro.
Resulta
patético ver a los ardientes defensores de las instituciones desprestigiar los
servicios de seguridad nacional y menoscabar el funcionamiento de la
identificación en los actos de la realeza utilizando como único argumento la
egocéntrica personalidad de Nicolás y su desmedido afán de protagonismo. En los
balbuceos de Cospedal no vamos a reparar
por redundantes.
Por
lo visto ser asiduo, simpatizante, colaborador o mediopensionista de FAES es credencial más que suficiente para ser
recibido en cualquier foro u organismo. Coronación incluida.
Se
desconoce si pertenecer a cualquier otra fundación es igualmente válido.
Aviso:
No intentar comprobar esto último sin el asesoramiento de alguna personalidad
relevante del corrupto panorama político
español, puede tener efectos secundarios
que normalmente derivan en hematomas y detenciones varias.
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