El
pasado 19 de junio se procedió a la coronación del nuevo Jefe del Estado. Todos
los poderes públicos han efectuado su contribución para mayor gloria del rey.
El
ayuntamiento de Madrid, con su alcaldesa suplente a la cabeza (lo de suplente
es porque ha salido desde el banquillo, no era el titular en la alineación), ha
desplegado sus recursos para festejar el acontecimiento, banderas y banderolas,
flores, mobiliario público,…etc., se ha
engalanado la ciudad para mostrar el inmenso amor y sumisión que merecen los
monarcas.
El
Ministerio del Interior, Delegación del Gobierno, Dirección General de la Policía, y demás organismos afines,
encargados y responsables de la seguridad, han conseguido que el baño de masas
de la monarquía no haya tenido ningún incidente, aun a costa de limitar o
impedir derechos fundamentales de otros ciudadanos.
Las
medidas adoptadas han tenido el refrendo de los tribunales, dirán los
implicados sin que se les mueva un solo musculo de su cara.
Como
justificación del recorte del derecho a expresar públicamente su opinión se ha
argumentado posibles problemas de seguridad y orden público. Muy manido.
Han
utilizado los responsables de la Seguridad Pública un ejemplo del que me voy a
apropiar para no provocarles un corto circuito mental con el uso de otro
diferente.
Diciendo
que era el mismo caso que un acontecimiento deportivo; ¨Por seguridad no se puede permitir que se mezclen aficiones de equipos
rivales¨. ¨La exhibición de simbología contraria a la monarquía puede herir los
sentimientos de los afines y crear situaciones que desemboquen en disturbios
graves¨ Intentan justificar la prohibición para exhibir la bandera tricolor
y cualquier otro artilugio que pudiera ser asociado con los sentimientos republicanos.
Según
esta explicación en un Real Madrid – Barcelona, hay que prohibir las banderas y
bufandas del Barcelona porque pueden ofender a los hinchas del Real Madrid. Los
seguidores del Real Madrid no pueden cantar los goles de Ronaldo porque se
ofenderán los fans de Mesi. Tan pueril como absurdo.
Los
mandos policiales preparados, que los hay, saben muy bien cuál es el protocolo
a aplicar en espectáculos de esta índole.
El
primer punto y de obligado cumplimiento es garantizar la libre participación, con
seguridad, de todos los ciudadanos que deseen hacerlo, sean del equipo que
sean, sin más limitaciones que las que pueda haber por el aforo del recinto y
el cumplimiento de las leyes existentes, no las que para la ocasión inventen.
Podrán ambas aficiones acceder al espectáculo con sus bufandas, sus camisetas,
sus canticos y por supuesto sus banderas identificativas. Las fuerzas del Orden
deben estar preparadas para garantizar estos derechos.
Ahora
bien, si por el motivo que fuera, se vislumbra que las medidas que se pueden
adoptar son claramente insuficientes para garantizar el correcto desarrollo del
evento, no se puede discriminar una afición a favor de otra.
Lo
que dicta el sentido común y la ley, es suspender el acto. En este caso, el baño de multitudes post coronación.
No sería el primer partido que se celebra a puerta cerrada por vandalismo de
las aficiones.
En la
cuestión que nos ocupa, si los responsables de la seguridad estaban tan seguros
de la reacción violenta de los enfervorecidos monárquicos ante la manifestación
libre en contra de la coronación, su obligación es proteger los derechos de los
discrepantes al igual que garantizaron las prerrogativas de los afines, no
eliminarlos y sesgarlos en pro de los gustos de los allegados. Democracia pura.
Las mayorías no deben silenciar a las minorías. Decimos no deben porque poder
hemos visto que si pueden. Con el beneplácito de los poderes públicos,
supuestamente al servicio de todos los ciudadanos. Claro que al servicio de UNO
más que de otros.
Escalofríos
provoca oír a los portavoces sindicales de la policía justificar las medidas en
aras de una supuesta seguridad. En los años 80, eran los mismos argumentos que
se esgrimían desde el Ministerio del Interior (Martin Villa y compañía) para
prohibir y limitar su derecho a la sindicación.
Sus compañeros de esa época deben estar alucinando. ¡Tanta lucha para
este resultado!
Su
trabajo, por si no se han dado cuenta, consiste en garantizar los derechos, no
en limitarlos. A lo mejor, y es una posibilidad, se podrían haber utilizado
algunas de las numerosas unidades empleadas en proteger a un individuo, para
garantizar el derecho a discrepar de otros muchos. Solo como apunte. O a lo
mejor, solo a lo mejor, hay que identificar y separar de la sociedad a los
intransigentes que no permiten que se disienta de su dogmatica postura y apalean,
amenazan y quebrantan los derechos de
aquellos que asumen posturas que no coinciden con las suyas. ¡Vamos
que nos protejan de los que quieren imponer que tenemos que ser todos como dios y el rey mandan!
Las
declaraciones oficiales suenan a broma de mal gusto. Hubiera sido más sincero
que nos hubieran dicho que la gloria Borbónica no podía tolerar visualizar la
crítica. Sus reales ojos podrían quedar dañados ante la visión de los signos
Republicanos.
Según
Felipe VI comienza una nueva era. Para los ciudadanos que aspiramos a un país
mejor empieza con vicios muy antiguos.
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