Estos días se están llevando a cabo unas jornadas de “trabajo” en Doha, el “Foro de Doha” le llaman.
La ciudad de Doha es la capital del emirato absolutista de Qatar. La definición de
absolutista se la otorga la wikipedia y
es sufridamente comprobado por los ciudadanos qataríes.
Aunque no debemos olvidar que para
las potencias dominantes del orbe
mundial parece ser un régimen “muy democrático y respetuoso con los derechos
humanos”. Sin ir más lejos no han tenido ningún inconveniente en nombrar al emirato
sede del próximo campeonato del mundo de fútbol. Los petrodólares pesan mucho
más que los “petromuertos”.
Hablar de las condiciones laborales y
de vida de los miles de trabajadores filipinos, indonesios, vietnamitas… que se
ven obligados a auto-esclavizarse en el emirato, aceptando unas condiciones de
trabajo inhumanas, nos llevaría a poner bajo la lupa a multitud de Gobiernos de
Estados supuestamente Democráticos que son cómplices de la realidad.
En su condición de encubridores de
los desmanes -que se han cometido, se cometen y si nada lo remedia se seguirán
cometiendo- deberían ser analizados los comportamientos y logros de muchas Instituciones
y Organismos Internacionales, pero sobre todo habría que estudiar cuando
perdieron de vista los objetivos para los que fueron creados.
Algunas de estas entidades proclamadas
tutoras de los Derechos Humanos y defensores de la Justicia Universal muestran, en
el mejor de los casos, una alarmante falta de agilidad en sus repuestas a los
problemas más acuciantes; en otros casos las medidas que tratan de implantar
son desoídas por falta de contundencia en las resoluciones
¿Cuántas condenas del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas son necesarias para poner fin a los bombardeos
israelíes sobre los palestinos?
¿Cuántas resoluciones son necesarias
para que Marruecos lleve a cabo un referéndum de autodeterminación en el
Sahara?
¿Por qué fue bombardeado Irak en
contra de las decisiones del Consejo de Seguridad?
La lista sería interminable.
No es necesario analizar los objetivos
de la conferencia, es tan palmaria su inútil incoherencia que podría
equipararse con una olimpiada de los derechos laborales celebrada en el año 1825 y que estuviera patrocinada por un
productor de algodón de Alabama.
Si no fuera tan dolorosamente
patético lloraríamos de risa con la broma de la unión sacramental entre los
emires y los regidores occidentales. Es enternecedor comprobar cómo acaban lamiendo las acicaladas manos de sus acérrimos
“enemigos” islámicos.
Claro que resulta más turbia – si cabe – la turné a través de
videoconferencia que está llevando a cabo el Presidente ucraniano Volodymyr
Zelensky.
Su anterior dedicación a las artes escénicas le ha dado tablas
suficientes para manejarse como pez en el agua cuando de hablar a espectadores silentes
se trata.
Volodymyr
hace un llamamiento a la comunidad internacional para que le proteja del
monstruo moscovita y le ayude a derrotar al tirano ruso.
Por lo
que se ve, el mundo al oeste de Ucrania ha comprado ese mensaje. Una vez
depositados en el cajón de los olvidos los acuerdos de Minsk 1 y 2 todo es
factible de ser llevado a cabo, incluido el riesgo de una confrontación global
de resultados inimaginables.
Estados
Unidos y su títere la OTAN no han intervenido directamente - todavía - debido a
una sencilla evaluación de riesgos. Esperan que el agotamiento rinda a Putin y
sino - para la OTAN/USA sería mucho mejor
- una revuelta interna tipo Chile y que un Pinochet de la estepa libere al
pueblo ruso del molesto lider.
Por
cierto, Putin es un presidente tan democráticamente electo como Biden, Macrón o
Sánchez. Ya sabemos cómo piensan en la Casa Blanca sobre todos aquellos líderes
que encarnan una importuna figura en el ámbito de las relaciones de poder:
donde esté un buen golpe de estado que se quiten las urnas.
Aunque la
CIA se involucre todo lo necesario, el derrocamiento vía golpe no parece ser la
solución inmediata. Se fía todo al nivel de resistencia ucraniana para sostener
una situación que estaría arreglada si todas las partes se obligaran a respetar
y cumplir los acuerdos anteriormente alcanzados.
En la
actualidad hay que contemplar otros escenarios, han aparecido demandas nuevas.
El
reconocimiento de las repúblicas de Donetsk y Lugansk sigue siendo prioritario
pero no definitivo, son parte un conflicto enquistado, cuya solución pasa por
el reconocimiento de su independencia por parte de Ucrania. Sin embargo es solo
parte de la solución
El
reconocimiento de Crimea como territorio ruso empieza a ser una realidad
incuestionable. Ahora está dejando de ser una aspiración moscovita para
convertirse en una necesaria imposición. Es otro punto de la solución inmediata
que Rusia da por conseguida.
El
distanciamiento político y geográfico de la OTAN sigue siendo imprescindible
aunque sea innecesario. Por otra parte la OTAN no necesita acercarse más a
territorio ruso. Es más una cuestión de jerarquía que una necesidad táctica.
La salida
al mar Negro es irrenunciable por parte rusa y Putin está cada vez más cerca de
conseguir sus objetivos, entonces ¿qué más quiere?
Ahora ha
entrado un nuevo factor que va a ser de
capital importancia y al igual que en todos los negocios, el de la guerra tiene
unas pérdidas y unas ganancias, así que la pregunta es: ¿Quién paga esta
juerga?
¿Quién va
a resarcir a Rusia de los gastos ocasionados y las pérdidas sufridas?
Nadie se va
a hacer cargo de la factura, sólo habrá un pagador, Zelensky tendrá que volver a hacer bolos de
pueblo en pueblo para abonar la cuenta que está costando la verbena.
Putin
tendrá su botín de guerra, las sanciones pre paz y post guerra que va a imponer
a Ucrania van a compensar generosamente
los descalabros económicos que está sufriendo con las sanciones.
Las
patadas que Rusia está recibiendo de occidente y de EE.UU acabarán impactando
en el dolorido culo ucraniano.
Pero
tranquilos, no faltarán tele maratones de ayuda a Ucrania, ni recolectas de
víveres y ropas, ni reportajes de niños harapientos desvalidos que promuevan la
solidaridad mundial.
Las
señoras que saben portar las mantillas y las peinetas colocarán las mesas
petitorias igual que hicieron con Haití,
Yemen o Somalia.
De
Palestina, Sahara, Siria, Líbano, Irak…, poco se habla. Pocas voces se oyen clamando
por una justa solución a las guerras y conflictos que asolan estos países y
comunidades aunque lleven muchos años condenados a pagar la factura.
Con todas las deficiencias e injusticias q se cometen déjame con cualquiera de las democracias occidentales, incluida España, antes q con la de Rusia.
ResponderEliminarCualquier historia tiene dos versiones, al usar la violencia Rusia ha perdido sus razones.
Un abrazo