Resulta curioso y al mismo tiempo
esclarecedor comprobar cómo se van posicionando las personas en función de los
intereses que les afectan. Sí, hemos dicho intereses, a esa humana condición
creemos que atienden las posturas de los reprobadores del comportamiento de los
demás, el suyo propio lo dan siempre por bueno.
Cumplidos 20 años del asesinato
de Miguel Angel Blanco, se programaron una serie de actos para rendir homenaje
al concejal asesinado. Naturalmente la primera línea la ocupaba la Fundación
que lleva el nombre del homenajeado cuya presidencia ostenta la hermana del finado,
Mari Mar Blanco. En esa primera posición se encuadró la actual cúpula del PP.
Es relevante que aquellos que eran máximos responsables del partido en el momento del crimen no hayan sido
invitados a participar y si lo han sido,
se hayan excusado.
Se echaba en falta a Mayor Oreja,
Iturgaíz, Acebes, María San Gil, pero la ausencia más llamativa era la del
presidente Aznar, tenemos que recordar que era el Jefe del Gobierno que no
cedió al chantaje planteado por el brazo armado del Movimiento Vasco de
Liberación. La denominación fue utilizada por el propio señor de la guerra de
Irak.
Conociendo al personajillo y su
soberbia ya deberíamos saber que no va a explicar las directrices que marcaron
- desde presidencia de Gobierno - al equipo responsable de negociar la
liberación del concejal secuestrado.
No parece que a los responsables
de las negociaciones les permitieran ofrecer
muchas opciones para buscar la libertad del concejal de Ermua. Puede que con el
tiempo se desclasifiquen determinados documentos y nuestros bisnietos sepan
algo, salvo que la documentación haya
sido borrada de los discos informáticos del Ministerio del Interior.
El Partido Popular está haciendo un máster
acelerado en destrucción de pruebas y al machacado de los discos de Bárcenas ha
seguido el borrado de los mails del inspector Gago. Estos correos del Inspector
Jefe de Gabinete del comisario Pino se hicieron desaparecer del ordenador
central de la Dirección de la policía a sabiendas de que podrían haber aportado
pruebas de la comisión de delitos. La destrucción de pruebas es a su vez un
delito pero a estos chanchullos ya nos estamos acostumbrando.
En tiempo de conmemoraciones
tenemos al Ministerio encargado de la Seguridad del país inmerso en asuntos
turbios. El intachable Fernández Díaz se dedicó a repartir medallas a vírgenes para
ganarse “su” cielo, mientras la Dirección General de la Policía le montaba una
división policíaca para investigar a sus adversarios políticos. Eso suponiendo
– que es mucho suponer - que la cúpula policial no siguiera instrucciones del
propio Ministro ¡Todo muy democrático!
En la actualidad los españoles
tenemos suerte, la apertura a Europa y la participación en Organismos
Internacionales nos ampara de las tentaciones albergadas por personajes que
añoran épocas no tan lejanas.
Durante estos días tan señaladas
en los calendarios del tardo-franquismo surgen voluntarios dispuestos a
subvertir el Orden Constitucional y los
pilares en los que se apoyan se construyen siempre de los mismos materiales: Una
clase dominante insaciable, una derecha política sin escrúpulos, una cúpula de
la Iglesia reaccionaria. Si todos ellos son convenientemente apoyados por un
ejército de “salvapatrias” y se adereza con fuerzas policiales de represión afines.
¡Voilá! Ya tenemos el escenario golpista.
Los mediados de julio son fechas
adecuadas para resaltar la existencia de una Asociación de Militares Españoles (AME) que entre otras cosas participa desde el
año 2016 en el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas (Coperfas).
La deriva ideológica de AME se
puede constatar a través de la revista “Militares” editada por la asociación, en ella se cantan
las glorias del franquismo, la supremacía del varón sobre la mujer, las burlas
a leyes en vigor como es el caso de la Ley de la Memoria Histórica. Todo ello
convenientemente sazonado con artículos peyorativos hacia formaciones políticas
que son consideradas por estos “militarotes españoles” poco adecuadas para
dirigir el país, e incluso sugieren desde sus páginas la ilegalización de
alguna de ellas. Por supuesto siempre atendiendo a su buen y franquista
criterio.
No nos cansaremos de insistir
para que los gobiernos de esta simulación en diferido de democracia cumplan de
una vez con su deber de justa reparación. Para ello podían empezar condenando
el pronunciamiento militar del 18 de julio de 1936 como acto ilegal, sedicioso,
delito de rebelión militar y delito de traición. A continuación sería de
justicia que fueran declaradas nulas TODAS las sentencias por delitos políticos
emitidas por los tribunales fascistas. Después podrían de una vez por todas
contemplar en el código penal el delito de enaltecimiento del golpismo, para
acabar aplicando la legislación
universal de Derechos Humanos que ampara a las víctimas de los regímenes
totalitarios genocidas de sufrir humillaciones por parte de
los herederos de los verdugos.
Sería conveniente que para
preservar la democracia que tenemos, por limitada que sea, Doña Finiquito se
diera una vuelta por los cuarteles y comprobara el grado de afecto que se
profesa a las instituciones democráticas. Tampoco sobraría que defendiera con
más ahínco el respeto que merece su condición de mujer, eliminando ayudas con
fondos públicos a divulgaciones como
“Militares “con un más que evidente menosprecio a la figura de la Ministra y en
general a la presencia de mujeres en las Fuerzas Armadas.
Afortunadamente los ejércitos
españoles llevan tiempo participando en misiones internacionales y así van aprendiendo
de otras milicias a no volver las armas que le son confiadas contra la
población civil a la que sirven. La tradición militar española está plagada de
episodios en los que ilustres asesinos uniformados confundieron la defensa de
la Patria con el mantenimiento de los privilegios de los caciques a los que
servían.
No parece recomendable fiar la
defensa de la convivencia democrática solo al buen hacer de algunos mandos
militares, sería deseable que hubiera medios legales y operativos suficientes para
preservar a las Fuerzas Armadas españolas de las peligrosas corrientes de
nostálgicos que desearían volver a convertir España en el inmenso basurero de
intolerancia del que tanto nos costó salir.
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