Al nuevo
amo del mundo, al emperador electo del Imperio
le ha sobrevenido una nueva idea para mayor gloria de sí mismo: eliminar
la delgada línea divisoria que separa las atribuciones de iglesia y Estado.
En la
legislación de los Estados Unidos de América del Norte existe desde el año 1954
una enmienda legal por la cual las personas y asociaciones que están exentas de
pagar tributos no pueden usar los espacios públicos de su condición pastoral
para hacer política ni directa ni indirectamente.
Es
importante fijarnos de quién parte la iniciativa, es la propuesta de un tal
Lyndon B. Johnson senador y posteriormente Presidente de USA. El presidente que
firma la enmienda es un republicano poco sospechoso de anticlericalismo,
se llamaba Dwight Eisenhower. La ley en
cuestión prohíbe que desde los pulpitos se influya en la decisión electoral de
los votantes. Este proselitismo se puede hacer siempre y cuando que se renuncie
previamente a la exención fiscal.
Pues bien,
con todo eso pretende acabar un individuo con nombre de pato y una cabeza en la
que el activo de mayor valor consiste en la piel de mofeta muerta que la cubre.
Ese es el derrotero que está tomando el Imperio.
A los
españoles, simples mortales, esa medida no nos debería extrañar. Aquí no solo
eximimos de obligaciones fiscales a la
Iglesia Católica, vamos más lejos, mucho más lejos: les regalamos inmuebles,
ponemos en su mano la educación y enseñanza de nuestros niños, les abonamos los
salarios de sus curas y obispos (incluidos los pederastas) y como colofón les
subvencionamos emisoras de radio (Cope), cadenas de televisión (13TV) y
editoriales periodísticas para que adoctrinen a sus fieles y a los infieles con
la exclusiva finalidad de influir en la intención de su voto.
Si algún
día el dueño del mundo se da una vuelta por estos lares aprenderá a dejar el
poder en manos de los clérigos sin que a nadie le extrañe.
Para ello
tendrá que seguir una sencilla metodología:
En primer
lugar tendrá que descartar de sus escudos y emblemas a un ave rapaz como el
águila y cambiarla por la especie voladora
más sucia, vaga y carroñera que
sobrevuela los cielos: La gaviota.
Bajo ese
símbolo de carroñero se aglutinan especímenes como los que padecemos en el ayuntamiento de Zaragoza.
Al igual
que niños malcriados de familias bien
cuyo único bagaje profesional es ser concejal de carrera - ésta caterva de individuos
sin la mínima preparación que han sido colocados en la institución municipal
para que se ganen holgadamente la vida - se permiten la licencia de vilipendiar
a los ciudadanos que en el uso legitimo de su derecho intervienen en el Pleno
municipal como invitados.
La verdad
es que los zaragozanos nos esperamos mucho de ellos, de hecho, desde hace
varias legislaturas, no les otorgamos confianza suficiente como para que
gobiernen en el Municipio y hagan y deshagan a su antojo. Los Suarez, Navarro,
Azcón, Senao, Contin… y adyacentes sobreviven gracias a la tendencia pueril de
los electores para creer en los
milagros. ¡Por mera imposibilidad genética nunca mejorarán! Por lo mucho que
suenan sus apellidos de familias bien de toda la vida podríamos llamarles “los ediles orquesta”
En el
último pleno celebrado el pasado 3 de febrero, ante una iniciativa de CHA, fue
invitado a intervenir el presidente de la asociación Movimiento Hacia Un Estado
Laico – MHUEL – con el objetivo de exponer la petición ciudadana para que el municipio zaragozano se uniera a
la red de municipios laicos que como mancha de aceite va creciendo en España.
La iniciativa
fue rechazada con los votos al unísono de PP y C´s. Nada que objetar salvo el intento de la portavoz de C´s de
presentarse como una laicista convencida cuando el voto en contra de su
formación iba a tumbar la propuesta.
Tampoco
extraña la postura del PSOE, si han conseguido ser Republinárquicos
(republicanos-monárquicos) bien pueden ser Laicigiosos (laicistas-
religiosos). También dicen ser
socialdemócratas y no son ni socialistas ni demócratas.
Lo más deplorable
resultó ser el ensañamiento que tuvo lugar desde las filas populares. Sin
argumentario político, Navarro se dedicó al insulto personal y a la carroñería
política contra el ciudadano interviniente en el foro que es casa de todos, a
sabiendas de que los invitados no tienen opción a réplica y por lo tanto a
defensa.
El alcalde
Santisteve debería creerse de una vez que es el responsable máximo de la
corporación e impedir que los niños maleducados abochornen a todos con su
comportamiento.
Nunca tomó
más sentido el pajarraco que les define.
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