Como
todas las mañanas, desde hace un tiempo, estás sentado en un banco esperando
que salga del colegio. Detrás de tus gafas se adivinan unos ojos cansados y una
mirada triste. El cansancio de los ojos es debido, además de a los años, al
tremendo hartazgo que te produce la situación que te toca vivir, ¡A tus años!
La mirada triste es porque ya imaginabas que se iba a llegar a este escenario.
Te
tocó ser un niño de la posguerra, de los de la leche en polvo de ayuda
americana, de los de cantar El Cara al Sol al entrar al colegio, de los de
ayudar a misa por obligación, de los que oyeron chistar para que se cambiara de
conversación cuando se acercaba alguien cercano al Régimen nacido en el 36.
Fuiste
a un colegio donde te dieron todos los capones que les apeteció a los maestros
o te sobaron tantas veces como quiso el señor cura.
España
era Una, Grande y Libre por la gloria de dios, era la reserva espiritual de
occidente, el baluarte de los valores cristianos pero la gente se iba a Alemania o a Francia a
ganarse la vida que aquí les era negada.
A
los catorce años entraste de aprendiz en un taller de electricidad, tenias que
empezar a llevar dinero a casa, no eras buen estudiante aunque tampoco tuviste
ninguna oportunidad de serlo. Tampoco pensaste nunca en ser otra cosa que un
trabajador, como tu padre, tu abuelo y el abuelo de tu abuelo. Los otros
puestos ya estaban ocupados por los hijos de los de siempre.
Con
la muerte del dictador se abrió una rendija de esperanza, las cosas tenían que
cambiar. El primer chasco que recibiste fue la ley para la reforma política. Tu,
sin muchos conocimientos, pensabas: ¡Qué coño van a reformar los que mandan,
con lo bien que les va! Será un poco de chapa y pintura, pero poco más.
Efectivamente,
lo primero que sucedió es que el jefe del Estado lo había nombrado el rebelde y
así se quedó. Una guerra civil y cuarenta años de represión habían conseguido
devolver la finca a la familia Borbón ¡mierda de Revolución! Pensaste, los
franceses les echaron y echados están ¿Porqué aquí no?
Con
tu sabiduría de la vida te diste cuenta que los franceses tienen un ejército
para defender al pueblo de las agresiones externas; aquí está para defender a
sus amos de las aspiraciones de dignidad del pueblo.
Se
dictó una ley de amnistía política para- en teoría- liberar a los presos que el
Régimen mantenía en las cárceles por discrepancias con el sistema, tampoco te
convenció. Rápidamente te diste cuenta que la maniobra iba dirigida a proteger
a los colaboradores más infames del franquismo de las posibles actuaciones
judiciales por crímenes contra la humanidad. Hoy sabes que también tenías
razón.
Te
dijeron que era una Constitución para la convivencia y la reconciliación. En
realidad era la expresión adulterada del “atado y bien atado” del dictador.
Todos, absolutamente todos los poderes facticos existentes en los “Principios
Fundamentales del Movimiento” conservaron sus privilegios, desde la Iglesia
hasta la Judicatura y la Banca, nadie les desmontó del machito. Mientras tanto,
ahora lo hemos sabido, el Ejército vigilaba y la parodia del 23 F sirvió para
afianzar al Borbón: ¡Ojo que si yo no les paro os quedáis sin democracia!
No
era el momento para acometer reformas te decían, ahora sabes que nunca va a
llegar el momento.
En
Octubre de 1982 se abrió un rayo de esperanza, el PSOE ganó las elecciones
generales y formó Gobierno ¿Consecuencias?:
Felipe
González navegó en el Azor, en la Moncloa montó la Bodeguilla, Alfonso Guerra
utilizó aviones del Ejercito para desplazarse con su novia, su hermano usó las
instalaciones de la Delegación del Gobierno de Sevilla como oficina de venta de
favores, los Gal aparecieron en las cloacas del Estado, la cal se utilizó para
algo más que blanquear paredes, Roldán vació la caja de los huérfanos de la
Guardia Civil, Corcuera utilizó los fondos reservados de Interior para hacer
regalos a los afines, se cerraron astilleros, se privatizaron empresas
públicas. En definitiva secaron tu esperanza.
Los
años posteriores ya los imaginabas, la actualidad no te sorprende, cierras los
ojos porque vuelves a ver a tu padre reencarnado en tu hijo. Salarios de
miseria, derechos sustraídos, políticos corruptos e intocables.
Cuando
me recoges del colegio lo haces para que tus hijos puedan trabajar a tiempo
parcial en una empresa que les paga 8 horas y les explota otras 8.
Con
ese panorama te dan ganas de cerrar los ojos e irte a descansar con la abuela, pero
te tienes que quedar porque con tu pensión mis padres pagan el alquiler de la
casa en la que vivimos.
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