Pues nada, al zurrón otra tanda de
aperitivos ganados, es lo que tiene ver las cosas desde una plataforma tan
peculiar como la que nos ha permitido observar el proceso electoral de la
cabaña lanar española.
No me atrevo a llamarle a esto país
no vaya a ser que se ofenda cualquiera de los múltiples entes nacionales que
pueblan la piel de toro, además para ser
un País, Nación o conformar un Estado hace falta algo más que estar subordinados
a la misma cabeza coronada. Es necesario sentirse y ser ciudadanos libres, capaces de decidir el propio destino y de
formular un objetivo
Por varios de esos motivos la Unión
Europea NO es un Estado, ni una Nación, ni un País. A pesar de tener un
Parlamento que dicta leyes, el grado de cumplimiento de las mismas depende de
la voluntad de los socios y sobre todo, a qué asociado es exigido su
cumplimiento. Alemania y Francia han superado el objetivo de déficit impuesto
en múltiples ocasiones sin otra sanción que una débil reprimenda. Sin embargo
Grecia, Portugal o España serán duramente sancionados económicamente por el
mismo desfase. Resultado: más déficit, mas deuda, mas beneficios para los
especuladores bancarios.
Las leyes no son justas ni
igualitarias, la articulación social se realiza en base a la pertenencia a los
diferentes territorios, se agranda la brecha entre países ricos y pobres, las
aspiraciones distan mucho de ser comunes. Es un mercado sin más norma que las
de mercado.
Con este panorama, el concepto de Europa
es el de una sociedad fabricada a medida del bolsillo de las grandes fortunas.
La banca alemana asfixia las economías de los países más débiles mediante
préstamos usura a intereses desorbitados, por supuesto con la aquiescencia del
Banco Central Europeo.
Estas premisas han llevado a El Reino
Unido a decir ¡basta! Un “hasta aquí
hemos llegado” con matices, ahora buscará mas derechos y menos obligaciones.
Como Noruega o Suiza por poner un ejemplo.
Dicen los expertos que la noticia del
“Brexit” impactó definitivamente en el resultado de las elecciones del 26J, me
van a perdonar los expertos pero disiento.
No están los españoles tan
preocupados por la política europea, no lo están ni por la española. El grado
de conformismo roza parámetros inimaginables, no importa nada de lo que suceda,
ni lo que hagan los políticos, ni siquiera les altera los continuos laminados de derechos
sociales, ni el expolio, ni el ridículo, ni…, ¡ni nada!
Rajoy ha sido el candidato más votado
siendo de lejos el líder peor valorado. A ver si lo entiendo: No creemos que
sirva como líder pero queremos que esté al frente del Gobierno ¿Alguien lo concibe?
Tiene una explicación de lo más
lógica, Rajoy ha comprendido perfectamente el desarrollo del partido, sabe que
cuando un equipo está contra las cuerdas y consigue forzar el desempate en el
último minuto la inercia del final del juego le ayuda en la prolongación.
Estadísticamente los alargues de los encuentros son favorables a aquellos que
consiguen una postrera oportunidad.
Pedro Sánchez tenía el partido
ganado, la presidencia de Gobierno al alcance de la mano con un mínimo gesto de
acercamiento a las posturas de Podemos, en cambio se marcó un gol en propia
puerta negociando con Ciudadanos.
Albert Rivera leyó mal la contienda,
imaginó un mundo feliz en el cual él sería el salvador de la nueva España. Al
alcanzar un acuerdo con PSOE se presentaría como un adalid del consenso, un
nuevo Adolfo Suarez de la concertación y los pactos.
Pablo Iglesias se convirtió en el
espécimen de color morado que iba a destruir nuestra placida forma de vida, un
ser enigmático y perverso con oscuras intenciones, nos iba a convertir en
“Venezañoles” o “españozolanos”. Sus esfuerzos por presentarse como un chico
bueno no han tenido resultado, la misma caterva de viejos sin ningún futuro y
de ignorantes rurales que en el Reino Unido decidieron el “Brexit” son los que
en España han dado la victoria al PP. Esto es una realidad incontestable.
Ni las dimisiones de la imputada
Mato, del posible evasor fiscal Soria y del incompetente Gallardón han pasado
factura. Tampoco ha causado ninguna mella el escándalo del lamentable suceso
provocado por la grabación del Ministro del Interior en su propio despacho.
Esta sola cuestión ya deja en un
penoso lugar a Jorge Fernández como responsable del funcionamiento del
Ministerio encargado de la Seguridad interna Nacional. El contenido de las
grabaciones parece que presuntamente desvelan la utilización de su posición de
poder para derrotar adversarios políticos. Naturalmente para ello cuenta con la
inestimable ayuda de los directores de periódicos afines a los que agradece los
servicios prestados nombrándoles comisarios honoríficos.
Ya saben los perdedores lo que
tienen que hacer, nada de leer a Kant, Nietszche o Schopenhauer, la táctica
política a emplear se aprende en El Marca. Con una ávida lectura del diario
deportivo se llega de estudiante mediocre a Registrador para después saltar a
la política y pasar de Indolente Ministro a Presidente del Gobierno.
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