Tengo
que reconocer que me ha emocionado recibir una buena cantidad de opiniones
diversas sobre el escrito “Errores de bulto”, no esperaba levantar tanta
polémica. Me sorprende y al mismo tiempo me gratifica comprobar que las
personas estamos ávidas por encontrar respuestas que nos ayuden a esclarecer y
configurar nuestro pensamiento. Dicho lo cual, matizo que esto no es una
segunda parte sino una continuación.
Entre
las críticas, observaciones, opiniones y apuntes hay de todo: favorables con
matices, desfavorables sin anestesia, contrarias descarnadas y afortunadamente
favorables sin condiciones. Todas ellas tienen un denominador común, se hacen
desde el máximo respeto a los discrepantes y con una corrección exquisita como
no podía ser de otra forma entre personas de arraigado talante democrático y
fecundo espíritu colaborador.
Ahora
bien, en buena parte de las opiniones recibidas observo una palmaria
resistencia a admitir que haya sido un error no presentar la marca Podemos a
las elecciones municipales. Algo completamente lícito y por supuesto
entendible, más aún si está tan bien argumentado como lo ha sido por algunos de
mis detractores. Entre los argumentos aportados se esgrime la dificultad de
controlar la irrupción de arribistas en las candidaturas. A mí me cuesta
trabajo admitir esta tesis. Sigo pensando que ese es un riesgo que van a tener siempre
latente y que serán los instrumentos de control del Partido los que sean
capaces de depurarlos pues, como en todas las áreas de la vida, la seguridad
absoluta es una quimera inalcanzable. Ya que alguna vez se tiene que dar el
primer paso, esta hubiera sido una ocasión tan buena como cualquier otra para
darlo.
Dicho
esto, voy a centrarme en un aspecto que mis buenos amigos me han hecho observar
y espero haberlo captado bien.
Una
corriente con muchos adeptos es la que propugna una fuerte operación
aglutinadora de las fuerzas de izquierdas que hiciera posible la concentración
de voto en una candidatura. De esta forma, se eliminaría la tan temida
atomización del voto y por lo tanto las posibilidades de éxito serian mayores.
Encontramos varios ejemplos de esta confluencia
en las opciones articuladas para los Ayuntamientos de Madrid, Zaragoza,
Barcelona,…y otras grandes capitales.
Es
decir se renuncia a la marca propia en aras de una unión estratégica que tenga
mayor calado y recorrido. Parece un alarde de generosidad, y así lo veo, en los
municipios en los que se alcanzan amplios acuerdos de colaboración.
En cambio
en aquellos otros en los que la unión no ha sido posible, la generosidad se
convierte en torpeza al no utilizar la marca que define una opción política que
resulta conocida y por ende satisface las demandas de las personas. Se ha
provocado gratuitamente una ceremonia de la confusión al tener que explicar al
votante que tal o cual opción es Podemos aunque no se llame Podemos. Muy difícil
la empresa con los escasos medios con los que cuentan los círculos locales. No
tienen una candidata como Manuela Carmena o Ada Colau que aglutinan la atención
de los medios de comunicación.
En
definitiva, esto quiere decir que Podemos concurre a la municipales en
algunas ciudades, pero siempre que sea en confluencia con otras formaciones y
con un nombre ideado para esa finalidad. Si no hay acuerdo con otras fuerzas y
no existe confluencia ¿Qué hacemos? Pues nada, los votantes de Podemos de la
localidad son castigados a no tener opción municipalista. Bueno sí, tienen una
opción que es alumbrar deprisa y corriendo una agrupación de electores, o un
partido instrumental, buscar denominación y comenzar a explicar que Podemos no
se presenta pero que son “Ahora Alcañiz” o algo por el estilo.
Lamento
seguir sin entender el porqué de dificultar a las personas que hagan uso de su
intención de votar a una formación que lo primero que les ha proporcionado es
ilusión por un cambio en las formas de
hacer y entender la política. No alcanzo a ver los problemas que existe para
trasladar ese cambio a los municipios.
Con
su estricto reglamentarismo, de momento han conseguido que algún secretario
general de círculos locales duerma abrazado al reglamento y aplique la doctrina
como el párroco de una iglesia. El pecado es pecado que lo dice el catecismo
(en este caso el reglamento o los estatutos o como se llame). Ya tenemos a las
normas por encima de las personas. Esto ya lo conocíamos.
Los
dirigentes de Podemos pueden pecar de inexpertos en tareas de gobierno pues
nunca lo han ejercido, pero no son bisoños en artes políticas. En esos
menesteres tienen una amplísima experiencia.
Paradójicamente,
una vez votado y escrutados los resultados, los analistas políticos van a atribuir
a Podemos su cuota de éxito o de fracaso
a nivel nacional, a pesar de no haber concurrido a las elecciones municipales.
Como
norma de buen político el día 24 cuando
aparezca el portavoz del Partido a evaluar los resultados comenzará dando las
gracias por los votos recibidos y se verá obligado a felicitar a los votantes que consiguieron adivinar quién
les representaba en aquellas ciudades en las que Podemos no comparecía.
Cuando
el día 25 de mayo se analicen los resultados de las elecciones y a Podemos se
le atribuyan “x cientos” concejales supongo que el Consejo Nacional se
mantendrá en sus trece y dirá que no son concejales de Podemos que son “apátridas”.
Temían
a los paracaidistas que podían desembarcar en sus listas únicamente por afán
personal y al no querer correr riesgos para descubrirlos, cuando quieran
hacerlo, van a poder formar batallones de estafadores.
Ahora
podrán comprobar que cuando un gusano, con las hebras del Reglamento, teje y se
encierra en un capullo (secretaría general local por ejemplo, por pequeña que
esta sea), en lugar de transformarse en crisálida cuando se abre el capullo
suele salir una culebra.
En
lugar de eliminar las malas hierbas dejándolas crecer para poder desbrozarlas
con cautela se ha escogido la alternativa de dejarlas secar y quemar los
rastrojos. Ya sabemos que estas quemas descontroladas pueden desembocar en
incendios de proporciones considerables. El tiempo dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario