Ya ni sorpresa produce. Se está
convirtiendo en práctica habitual despertar cada mañana con un nuevo asunto que
salpica el comportamiento canallesco de alguno de los políticos punteros.
El que nos ocupa hoy ha sido
destapado por la Agencia Tributaria que ha sacado a la luz pública los ingresos
de dos eméritos del Partido Popular, uno es Federico Trillo-Figueroa y Martínez-Conde,
el otro implicado tiene una denominación de origen más corta; Vicente Martínez
Pujalte.
Tampoco son comparables sus carreras
y trayectorias, Federico ha sido Ministro de Defensa, Presidente del Congreso,
Embajador,… en cambio Vicente debe conformarse con unas humildes portavocías
como la de Asuntos Económicos.
Sus nexos de unión son extensos y
variados: la militancia en el PP, su agresiva verbosidad contra los oponentes políticos,
el uso de cualquier tipo de resorte legal para esconder las vergüenzas de los
colegas, (en este punto el actual embajador en Londres es un experto) ¡Qué mala
suerte que existan grabaciones y hemerotecas para avergonzar semejante proceder!
El vinculo que les hace verdaderamente
afines es su ideario y ¡Cómo no! La Obra. La pertenencia al OPUS DEI es el eslabón
unificador de la poderosa cadena de poder que ha encumbrado a los personajes en
cuestión.
Azote de los partidos opositores,
poseedores de la única verdad, adalides de la pureza patriótica, contritos
meapilas, ahora descubrimos que tenían otro vínculo. Uno más: La constructora
Callosa.
Según consta en la Agencia
Tributaria, los amigos Trillo – Pujalte percibieron de la constructora (casualmente ubicada en
Valladolid, reducto inexpugnable del Partido Popular desde los tiempos de Aznar)
generosos pagos.
¿Los motivos de los pagos? Indemostrables.
Por lo que ha declarado la pareja
debemos deducir que ambos tienen una conversación tan amena y didáctica que - durante
el tiempo que lleva tomarse un cafelito, o trasegar una comilona - explicaban de
viva voz al responsable de Callosa la estrategia empresarial para acometer con éxito
la expansión de la empresa y éste, abducido por tan excelsa sabiduría, les
soltaba unos miles de euros de vellón en pago a sus consejos.
También hemos conocido que las recomendaciones
no llevaron a ninguna parte. En realidad tampoco lo sabemos porque, ya que no
hay prueba documental de los asesoramientos, nada puede ser atribuible a los
asesores, ni los éxitos, ni los fracasos.
Martínez Pujalte ha dejado entrever
que su actuación no resulta muy ética. El
ambiguo reconocimiento de su falta de pudor para aprovecharse de la condición
de diputado con la finalidad de conseguir ingresos adicionales es un paso
cortito, pero un paso. Tampoco debemos olvidar que durante sus explicaciones en
el Congreso disfrazó la verdad para ocultar que la empresa asesorada realiza sus
operaciones empresariales con la Administración en un altísimo porcentaje. Prácticamente
todas su actividad está enfocada a trabajos para la Administración Pública.
De Federico Trillo no tenemos que
esperar un comportamiento diferente al que ha tenido: Esconderse y contraatacar.
No nos va a sorprender la táctica de un personaje que se definió perfectamente
cuando eludió cualquier tipo de responsabilidad y se colocó de perfil en el
lamentable caso del Yak-42. Eran de esperar las respuestas del urdidor de la táctica
de desprestigio de la Justicia y de los jueces en el caso Gürtel. Se esmeró
en asociar las actuaciones judiciales relacionándolas
a una trama elaborada contra el PP. Después se calló y como recompensa fue premiado
con el nombramiento de Embajador de
España en Londres.
Ese es el nivel de la clase política que
nos gobierna. Estamos en manos de unos “prendas” que se resisten a soltar la
presa. Parodiando al ínclito: “Manda
Güevos”.
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