“Hay
que ser puros y castos, nos predicaban,
Mientras
con la mano tonta, nos magreaban,…”
Esta
era una de las estrofas de la canción “Mi Colegio “, que en los albores de los
años 80 cantaba el grupo “La Trinca” en la que se relataba la fea costumbre que
tenían los sotanados por sobar a los niños. Por desgracia hoy no puede estar
más de actualidad.
Los
escándalos que salpican al rebaño pastoral de la Iglesia Catolica han provocado
que el mismo Bertoglio tome cartas en el asunto para procurar limpiar las
infames manchas que asolan a la
institución.
España
no podía ser una excepción en cuanto al comportamiento de los sacerdotes
católicos, si los escándalos sexuales de Estados Unidos se pararon con estratosféricos
acuerdos económicos y los de Irlanda, Polonia, y demás países con la
intervención de las autoridades civiles, están por ver como se resolverá en
nuestro país.
Es
indudable que el asunto no es nuevo, “La Trinca” únicamente ponía sobre el
escenario y en sus grabaciones lo que era vox populi.
En
la actualidad la Archidiócesis de Granada es un polvorín, pero ya ha saltado
por los aires la credibilidad de monseñor Ureña en Zaragoza y desde altas
instancias Vaticanas ha sido invitado a dimitir después de que intentara utilizar el sistema yanqui para simular que no pasaba nada.
Por
supuesto que no vamos a entrar a valorar el comportamiento de nadie, siempre y
cuando no sea constitutivo de delito. Nos parece bien cualquier manifestación
sexual.
Curiosamente
es llamativo que se produzcan estos casos dentro de un colectivo tan
beligerante con la unión carnal y que atribuye a este don humano la génesis de
todos los males. Congregación que por otra parte transita por la vida con innumerables taras en su comportamiento sexual.
Personas
que se atreven a juzgar a los homosexuales como anómalos, enfermos, degenerados
o pervertidos, viajan en privado con las alforjas llenas del mismo
comportamiento que - en público - abominan y condenan.
El
remate a su cínica conducta lo pone Ureña
en Zaragoza pagando un dineral como indemnización simulada-diferida (eso
ya lo hemos oído) dicen las mala lenguas que para silenciar el escándalo. El
Arzobispo, para más inri, ha hecho el pago con un dinero que administra pero
que no es suyo.
Arzobispos,
Obispos, curas, diáconos, una amalgama de sexo y poder que deja atónita a la
grey eclesiástica.
Bertoglio
tiene trabajo para explicar a los religiosos españoles que cuando las
escrituras hablan de “Dejad que los niños se acerquen a mí”, no es para tenerlos
a mano y abusar de ellos.
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