Cuando
el insigne Miguel de Cervantes escribió (no es suya aunque se le atribuye) la frase ¨Ladran Sancho, luego
cabalgamos¨, quiso decirle a su bonachón escudero que los ladridos eran la
prueba fehaciente de su movimiento, de su quehacer.
¿Qué
motivo impulsa hoy a ladrar a los perros?
Tanto
PP como PSOE han soltado sus jaurías con los más fieros mastines, tenemos que
conceder que algunos de ellos ya desdentados, bien por su trayectoria personal
dándose a la fuga ante agentes de la autoridad como Esperanza Aguirre y otros,
tal que Felipe González, porque han perdido los dientes en largos periodos de
aburrimiento en Consejos de Administración de compañías energéticas. Aun así,
ni su falta de colmillares les arredra, ellos ladran al paso del enemigo común;
Podemos.
Los
coros y danzas de la grey mediática les acompañan en su tarea y de forma
machacona nos alertan de los horribles peligros que representa la formación de
Pablo Iglesias.
Es
todo muy extraño, un resultado favorable de Podemos en las próximas municipales
y autonómicas no debería encender las alarmas en los dos partidos más grandes,
al fin y al cabo unos pocos ayuntamientos y algo de peso en la formación de
gobierno de alguna comunidad Autónoma no es para tanto. ¿O sí?
Naturalmente
desconocemos los datos que sobre intención de voto manejan los partidos, ni
siquiera están saliendo a la luz los
estudios de los medios de comunicación que se reparten el pastel. La ocultación
de los resultados de este tipo de encuestas encierra algo más que una falta de
ética informativa, encierra la intención de ganar tiempo para tratar de
revertir la situación. Resulta revelador.
Sin
entrar a valorar el caladero de votos donde va a hacer su captura Podemos (en
este punto ambos partidos coinciden y se
temen lo peor), vamos a centrarnos en el inicio del artículo ¿por qué ladran?
La
teoría que empieza a tomar forma y que probablemente más de un paniaguado juzgará como descabellada es
la siguiente:
Si
la formación Podemos alcanza el número de votos que se vaticina, en torno a 4/5
millones, es seguro que va a entrar con responsabilidades de Gobierno en
numerosos Ayuntamientos, asumiendo
alcaldías y concejalías de peso en bastantes de ellos. Es más que probable que entre
ellas se encuentren ciudades importantes y
grandes poblaciones.
Esto
no dejaría de ser un ejercicio de normalidad democrática, salvo por un pequeño
detalle: A poco que Podemos abra las Instituciones a los ciudadanos, para cumplir con su compromiso de transparencia
democrática, una de sus primeras actuaciones tendrá que ser la de auditar el
estado catastrófico de las cuentas de las corporaciones locales: Ayuntamientos
y Diputaciones provinciales.
El
resultado puede ser demoledor, no se puede generalizar y la mayoría de la clase
política es honesta, pero entre los que han estado durante años alrededor de la
caja, son excepción los que no están salpicados de suciedad, bien por acción o
bien por omisión.
El
desfile hacia los juzgados puede ser apoteósico, el escándalo generalizado de
dimensiones descomunales. Si a eso añadimos comunidades Autónomas de gobiernos
perpetuos de un solo color o de una
alternancia simulada, cambian las caras y los nombres pero no los comportamientos,
el despiporre está garantizado.
Ya
sabemos por qué ladran, lo hacen porque los votantes se están moviendo. Porque los españoles se encuentran
abandonados y desheredados debido a la
conducta de los ¨niños mimados¨ dueños
los partidos hasta ahora
predominantes.
Un
escenario como el descrito, podría otorgar la victoria a Podemos en las próximas
elecciones generales. Ante ese panorama desolador la única salida que se les ocurre es
ladrar cada vez con más fuerza. Con más fuerza y menos sentido. Con más fuerza
y menos gracia. Con más fuerza y menos razón.
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