Ha
hablado el pueblo soberano y ha expresado su opinión en las urnas. Ahora toca
esperar las decisiones que van a adoptar los dirigentes de las diferentes
formaciones políticas. Estos días ya estamos teniendo unos adelantos de por dónde
van a encaminarse sus movimientos.
Mariano
Rajoy está moderadamente satisfecho, el Partido Popular ha conseguido arrancar
algunos de sus objetivos aunque hayan sido pobres y logrados a duras penas.
El
primer objetivo alcanzado ha sido no perder la llave que abre la cerradura de
la puerta para iniciar un proceso constituyente, sus 123 diputados le confieren
más del tercio de la cámara que necesita
para poder bloquear la modificación de la Constitución del 78. Además de ser
recomendable acometer una reforma de tal envergadura con la implicación de
todas las fuerzas representadas en el Congreso, en el caso que nos ocupa es
imprescindible por la propia aritmética parlamentaria. Mucho nos tememos que el
PP no está por la labor de arreglar algo que a ellos le funciona a las mil
maravillas tal y como está.
Otro
de los objetivos cumplido ha sido el de ganar las elecciones. Han vuelto a ser
la opción más votada, aunque parezca extraño siguen contando con una masa fiel
de votantes que sostienen firmemente su zona de confort. La pérdida de más de
tres millones de votantes representa la devolución de votos prestados que ha
estado disfrutando desde el primer descarrilamiento del PSOE de Felipe
González. La elecciones de 1993 fueron un punto de inflexión en el crecimiento
de los Populares, arañaron votos con una supuesta centralidad en sus posiciones,
posiciones de “Centro” que le habían otorgado un crédito de esos millones de sufragios que en la actualidad han
tenido que devolver.
Las lealtades
de sus votantes son al mismo tiempo suelo y techo. Crecen vendiendo centrismo y
descienden cuando aparece otra posibilidad centrista como sucede en estos
momentos con Ciudadanos.
Y
aquí aparece uno de los emergentes: Ciudadanos. Su explosión en el Congreso ha
quedado lejos de las expectativas creadas, ni los empujones recibidos a través
de las encuestas previas ni la sobresaturación mediática a la que nos han
sometido han provocado el efecto deseado. Nacido para sustituir la vieja máquina
de la derecha o cuando menos paliar su caída, no ha conseguido ni lo uno ni lo
otro. Por una lado se ha quedado corto, no parece que vaya a ser el repuesto
inmediato y por otro lado tampoco ha conseguido número suficiente para servir
de bastón de apoyo. Ni fu ni fa.
Por
las declaraciones de Albert Rivera comprobamos que tienen los pies fríos, el
escrutinio les ha despertado de su sueño de convertirse en el baluarte de
liberalismo presentado como moderación de centro. Sabe Albert que tenía una
oportunidad de oro para convertirse en la pieza de repuesto de una derecha
cansada de escándalos y harta de tener siempre las mismas caras en el cartel. A
pesar de los esfuerzos de sus patrocinadores los números son bastante peores de
lo previsto. Queda como marginal sin ninguna capacidad de influencia en los
asuntos de importancia.
Otro
de los actores, Pedro Sánchez, actúo durante su rueda de prensa como era
previsible, se mostró contento por no descender a los infiernos aun cuando la
escalera que usa es claramente la de
bajada.
Ya
siente el aliento de Podemos en la nuca y Susana comienza a demandar su hegemonía
en el partido. El catastrófico resultado conseguido por el candidato en Madrid,
comparado con la solidez del partido en Andalucía, deja a Pedro a merced de los
capitostes del aparato. Poca o ninguna capacidad de maniobra por mucho que
proclame su aspiración a repetir como Secretario General. Esa será su intención
otra cosa es conocer cuál será la intención de Susana. Algunos de los Barones
ya se han definido y desde la plácida atalaya que les proporcionan sus sillones en las presidencias de las
respectivas Comunidades Autónomas empujan a Pedro a la oposición. Ellos no ven
reparo en recibir apoyo de Podemos, pero se lo niegan a Sánchez en virtud de
unas líneas rojas que no se deben traspasar. En el caso de Castilla La Mancha y
de Extremadura las líneas deben ser de color rosa pálido u otro tenue color fácil
de soslayar.
Todos
los partidos están empujando a Rajoy para que forme gobierno como pueda. No
puede solo, pero empujan para que lo haga. Ciudadanos se abstendrá, PSOE y
Podemos estarán en contra. Las matemáticas no fallan, estas actitudes conducen
a nuevas elecciones.
La
postura de Pablo Iglesias es la más diáfana en esa dirección, en su primer
análisis manifestó las exigencias que iba a poner encima de la mesa para apoyar
una candidatura. Por supuesto que es consciente que el PP ni le escucha pero
¿El PSOE? Pues haciendo el énfasis que usó como propuestas calificadas de
“Inaplazables” e Imprescindibles” tampoco. Pablo hizo un brindis al sol con la
copa de los socialistas. No está en manos de Sánchez atender sus demandas para
alcanzar un acuerdo y él lo sabe. Iglesias podría ser la alternativa pero lo ha
despreciado. Echará en falta el millón de votos de UP, con ellos sería la
alternativa de Gobierno o tendría al PSOE tocado y hundido. En cambio tiene que
variar la estrategia y hacer un ofrecimiento de colaboración que nadie va a
aceptar. Un discurso para enardecer a los seguidores en su comparecencia pos
electoral, pero poco más.
Con
este panorama la impresión es que todos estarían contentos con una repetición
de la cita.
El
PP con la esperanza de recuperar parte de lo perdido, el PSOE rezando para
detener la caída, Ciudadanos en busca de una segunda oportunidad y Podemos
pidiendo ese debate y esa semana que le ha faltado ¿Esta vez en Unión con
Garzón? Más que probable.
Con cualquier otra forma y una vez encaminados a otra cita con las urnas, Rajoy habemus.